Ocho quince, puntual vino la Parca
Y cortó el fino hilo que a la vida la unía
Un mes ha que latía el corazón rendido
Y a partir obligado.
Solo, sola, en honda soledad pasó su vida
De temores insanos embargada.
La belleza, que al nacer hubiera
De su madrina el hada
Y el intelecto agudo
No quisieron los dioses que el cultivo
A la usual exigencia acomodara.
Creció semisalvaje
Y así vivió
Simple y desconfiada, recelosa y huraña
Fingiendo conocer y dar por cierto
Su provecho inmediato, que a sus ojos
Cierto les parecía.
Sin otro referente, dios ni guía.
Quizás fueron sus años de 50 a 60 los mejores
Con su hermano José con quien vivía,
Suelto buey que se lamió temprano
Y al redil regresara de la mano del tiempo
¡Vieja mano!.
Hoy se cierran con ella en su partida
Mil páginas del libro de mi infancia
Su recuerdo me mueve y me conmueve
Que con ella viví de 3 a 9.
Con ella y con mis padres esos días
Henchidos de proyectos e ilusiones
De crear y ser libres, de ansias de arte
De acción, de ser vivos, vivientes
Hasta colmar el vaso que fue toda su vida.
¡Qué corta y qué fugaz
es la armonía de la materia humana!
89 círculos del sol son 17
17 del siglo en que naciera
¡Que los dioses reciban sus despojos!
Quizás no muera nunca ya a sus ojos.