Su materia, poco a poco más leve
Dejó libre la fuerza de su espíritu,
Que, a la inversa,
Fue creciendo hasta hacerse ligero y luminoso
Como girón de nube, como polvo de estrellas.
Y así su despedida fue silenciosa y digna
Como había vivido.
Poseyó el don divino del fuego creativo
Y el amor infinito por todo lo creado,
Fue afable, generoso, pacífico,
Respetuoso y bueno,
Con voluntad de esfuerzo y de constancia
Y un entrañable apego a su quehacer diario.
Sin interés alguno por bienes materiales,
Sólo crear interesó sus días.
Deja el amor que dio y que devolvemos
En memoria y alcance de recuerdo
De tanto y tanto bien de él recibido,
¡Tanto! ¡tanto!
Que ha de ahogar leve culpa
Si alguna cometiera
Acaso alguna vez, sin desearlo.
Por tal te encomendamos a los dioses
Y rogamos eterna tu memoria
Para existencia eterna ¡ padre mío!.