Las nubes y el azor

Las nubes y el azor

¿Por qué miras al cielo, me pregunto?

A la vista en el aire de un azor

Desplegadas las alas, quieto

Curvo el pico, orientado

Hacia la madre tierra.

Porque en él no hay fronteras

Y aquí abajo, de inmediato tropiezo.

Arriba el sol y el viento,

Las aves agoreras parecen darme alas.

Con la luz me despierto

Y al caer de la tarde

Al partir en su carro el círculo de fuego

La luna me previene del cansancio,

El olvido llegado con el sueño.

En el cielo está mi referencia

Y recobro el espacio

Que me asegura descendencia y tiempo.

Hacia arriba elevan las montañas

Mis ecos angustiosos a los cielos

De allí bajan los dioses inmortales

Gigánticos, inmensos

Haciendo y deshaciendo sus figuras

Ante mi ser perplejo

Ora en luchas feroces abrazados

De humanas fantasías ora en juegos

Sonríen, me amenazan, semejantes

Iracundos atronan, lanzan fuego

Del que un osado humano

Logró tizón ardiente, grave riesgo.

De sus inmensas bocas

Torrentes manan de agua

Las tierras  enlagunan las más  veces

Otras muchas se ocultan  y se enfadan.

Y el sol enfurecido

La tierra resquebraja, seca ríos y lagos

Y  las bestias y los frutos mata.

Si miras a los cielos

Entenderás más cerca que en el suelo

Los humanos  propicien a los dioses

Con todo lo mejor de hacienda y casa.

Y que  cada mañana

Se cumpla por los siglos  la promesa

Al clarear el alba

El círculo de fuego llameante

Anuncie su llegada.

Hacia el cielo dirígese el humano

Y  eleva su  plegaria :

Si las aves se ahuyentan

Si trinan en las ramas

Si las arañas tejen hacendosas

Si cantan las chicharras

Si veloces los dioses sus figuras

En las nubes desgranan

O celosos tronantes

Cubren al padre sol a la mirada

En sutiles detalles les conminan

Lo que han de  hacer, do ir

Cómo sobrevivir a los peligros

Que el equilibrio de la vida entraña.

Mirar hacia los cielos, privilegio,

Recrear en  el mito, la palabra

Secreta  al ave con su raudo vuelo

Veleidad inescrutable de los dioses narra.

Que los dioses decidan nuestras vidas

Aparece  sensato y aventaja

Que el humano  en soledad el destino

Cargue sobre  su espalda.

Si de dioses espantan voluntades

El peso del dios hombre es la venganza.