No morimos cuando el corazón se para
Morimos cuando mueren los recuerdos
Aquí te encuentro al levantar mis ojos
Centro de mis afectos, yo de hinojos.
Vela tu imagen mi sueño
Marina, conmigo vas
Encaúzame en el empeño
De mis ensueños de verdad
¡No hay vuelta atrás!-
Que eras de tierra adentro, no de mares
Mano ágil,
Tu cerebro despierto y bien dispuesto
El ánimo a hacer bien.
De palabra cumplida
Al riesgo predispuesta
Alerta a los peligros, modelo de largueza
De los tuyos león.
Sin duda mi cariño
Esa luz cegadora
Me ciega los defectos, si hubo alguno.
Mi ceguera amorosa es tal ceguera
Que no viene a mi mente
Que error pudiste cometer siquiera
Que a juicio de los dioses
La suerte mereciera
De tu final cruel, que padeciste.
Y me pregunto triste, ¿tal vez sea
De todo ser humano la soledad cruel
Cuando el fin llega?
Ni tenía ni tengo la respuesta.
Por entonces la vida a trompicones
Quizá algunas lecciones me enseñara
Poco aún de traiciones,
Menos aún de engaños,
Leves desconfianzas…
Aprendí en la andadura valores y palabras
De los míos de sangre
Y de la muerte nada, nada que del morir hablara.
Mi razón, ilusoria presunción
Tejedora incansable de de razones
Despreciaba falacias, defecciones
Todo lo más algún error fortuito
Aun hoy y a la salida
Si no desconectada
Ejerzo ingenuidades
Esta vez voluntarias.
Que la lección de antaño
No fue tanto la duda en la desconfianza
Como ser parca en fuerzas
De ordenar el desorden,
En ti pagar mi culpa;
No hay vuelta atrás, se llama tan terrible disculpa
Con ayuda divina, sí quisiera
Que en mí vivas, Marina, mientras viva
Y más aún en la memoria ajena
Que mi acción sea tuya y por mi mano
El orden pleno de la vida crezca
En todo lo existente
Sea yo tu pretexto soberano
Y mi hacer, que es el tuyo
Guiada por los dioses te merezca.