Así la vi el 2 de marzo, blanquísimo el cabello.
Ojos vivos, llameante la mirada
Y en su boca sellada,
Aceptación fatal en la impotencia,
Condescendiente mueca de sonrisa
Sin rigor, ni agudeza, tan precisa
Como solía ser su coherencia.
La gracia y la apostura
Que siempre fue su genio y su figura.
A penas soportaba su razón
Sin las riendas del claro pensamiento
Preludio tal, augurio era tan cierto
De inminente final.