A Gerardo Diego redivivo

A Gerardo Diego redivivo

Gerardo, ¡tan deprisa

Han pasado los años!…

Pisar breve aquel tiempo de brasas en los ojos,

Rostro de vela en vela, iluminado.

Pasar de dedo, clave en el teclado

Dejarse amar, condescender de halago.

Ausencias, calofríos

De ir y volver.  No supe, no

Llegarte al corazón…

 

Tú delicado, exquisito, tromba yo

A borbotones de vida, ruda, ávida de saberes,

Sigo mi ritmo, Gerardo,

De hoy a mañana: sabes,

No sabes, traspiés de avance,

A trompicones ando.

 

Y supe así de tu muerte por la prensa,

“El País” todo te imagea, Gerardo,

Cuencas de ojo, agujero

De diosa de betilo, hondo, hondo…

 

¡No he sabido, Gerardo, llegarte al corazón!

Y ahora, se te ha parado.

¡Hasta pronto, mi amigo!,

Que mi rueda rodaste,

Que giraste mi vida de tu rigor

De norma rígida, ensillonada,

Soberbia, irreductible,

Envoltura de humanidad profunda

Y blanda, blanda en cambio.

 

Nunca te perdoné tu desafecto

Ni tu ausencia-defensa de pestañas cerradas,

Que no llegué a pasar hasta el presente

¿Es tarde ya, Gerardo,

Tarde en tiempos humanos?.

¿Quién eres, qué tienes?,

 

¿Pronto tal vez para la eternidad

Que vuelve?

Espérame, Gerardo, allá en la estrella,

Déjame oír tu canto de esperanza,

Poema gutural lorquiano.

En Nueva Yorkes

Esta vez quiero llegarte

Al corazón, Gerardo

Tu humilde alumna,

Rosario.