Lo vi tan cuidadoso, tan cauto
Delicado
Tanto espíritu alado
Vibrando en torno suyo, como mil mariposas
Recogido, entibiado,
Sus oídos veían, bajos los párpados
Lo que sus ojos ciegos no podían.
Su diestra poderosa
Recogíase al pecho
La siniestra extendida
Adelante indicaba adelantada.
Cabello largo, rubio
La figura de Cristo imaginada
Solemne parecía
Y un halo misterioso
En singular fluido le envolvía.
Y vibré al contemplar su ser hermano
Tan frágil cibernetes, tan divino
Sentí el prodigio, milagroso sino
De eternidad instantánea en el humano.
