Hay que seguir, seguir, seguir pasando…
¿A quien puede importar si es el camino,
¿Hasta dónde?, ¿hasta cuando?,
El testigo mudable de tu paso…
Si es tu pasar de azules que te cubren
En los cielos remotos, por tus ojos
Las arenas calientes, que paseas
Por tus pasos y el aire por tus poros
Y el mundo todo, el que tú percibes
Y lo cambias ritmado de tu risa.
Y si alguno dijese que las leyes
De la verdad primera (primavera)
Determinan el verdear del campo
Y el dorar de las mieses del verano
Y el fulgurar rojizo del otoño
Y en invierno los blancos descarnados,
No le creas.
Son tus ojos que pintan cuando miran
Son tus pies, que al pisar hollan los campos
Molturando calientes las arenas
Y es tu piel que levanta a su contacto
El aire que la roza…
Has de seguir, seguir, seguir pasando;
Porque en ti es todo el mundo
Sin saber hasta dónde,
Ni hasta cuando…
No me creas a mí tampoco, amigo,
Pasa, sigue pasando.