Vengo a veros aquí
Donde la paz os mece
Y el silencio estremece
De eternidad sin fin.
Se que estáis los dos juntos, como antaño
Invisibles al ojo,
Que pajarea entrambos por las ramas
Del árbol del amor
Vuestro lugar es este por los siglos
Vuestro nombre encinares
Entramado en sus troncos, imborrable
Eterna su raíz.
Es otoño. La vida se adormece
También aquí
Los rosales desnudos marcan humildemente
La hora de partir.
Las aves ya se fueron
Y con ellas quizás
Fuisteis al hondo cálido de Poseidón dominio
Invierno a descansar
Os espero de nuevo la nueva prima vera
Trayendo en vuestras manos el vestido verdor
Que cubre los rosales
Y los lilos del suave violeta y los lirios campestres
De inefable color.
Cuando volváis de nuevo, la nueva primavera
A la nueva llamada pujante de la vida.
Vendrá con ella el fruto, de vosotros nacida
Olga-Carla, la niña, vuestra rosa primera
A daros bienvenida.
Esta es mi buena nueva, que en la cueva furtiva
Ha de haceros vibrar.