El parque encantado

El parque encantado

Los árboles, esos grandes fantasmas que nos miran

Y en sus ramas esconden mil figuras

Que se asoman, se esconden, criaturas

Entre humanos y dioses en alturas.

Despenachados cedros, mascarones

De rituales mistéricos danzantes

En orgiásticos ritmos sus mechones

Abriendo van cortejos fascinantes.

Castaños de amerindias siguen luego

Secuenciados del álamo gigante

Del pino, el abedul, olmo señero

Hasta el sauce llorando al caminante.

Verde prado propicia la andadura

Sobre alfombra prolífica peluda

Y en el ritmado  movimiento

De sus verdosas copas mar abierto

Ancladas de  raíces la  atadura

Saludan agitados por el viento.