El hombre que quería ser niño

El hombre que quería ser niño

Creció sin que unos brazos

Su cuerpo cariciosos rodeasen

Vivió solo, servido y admirado

Cuanto el medio exigía

Visible al exterior mostrar podía.

Robusto y elegante

Ingenioso y galante

Cultivado y despierto, quien diría

Que Ganímedes mismo no envidiara

Tanto don que los dioses le otorgaran.

El hondo pozo de sus negros ojos

A negruras más hondas remitía

Halo de soledad que le envolvía

Brotaba en su mirada

Que tanta dicha vana traicionara.

El niño aquel que no lo fuera nunca

Su tiempo reclamaba intransigente

Preguntas sin respuesta

Que el infinito amor ciego contesta:

¿ Por qué vuelan las aves?

¿ Por qué el sol nos calienta?

¿ Por qué hace frío y llueve?

¿ Por qué la oscuridad inquieta

Y un abrazo tan cálido amoroso

Seguridad infunde y nos serena

Para aceptar el reto de la vida

Y amar la vida en torno

De una flor, de una estrella

¡Quiero ser ese niño!, lanzó un grito

Y su eco plañidero partiose en dos y al cielo

Tan desgarrado y hondo

Que conmovió a los dioses.

Del corazón brotole una paloma

Voló a lejanas tierras

Y al borde de un arroyo

En que el mismo Narciso en flor se convirtiera

Transformose en un niño

Y una joven doncella le recogió amorosa

Enviada de Palas Atenea

Y le enseñó a jugar

Y a reir y a cantar hechicera.

Le enseñó a calentarse del frío de las noches

Al  amoroso fuego de las almas

Y a contar las estrellas

Y a leer los secretos  en las piedras

Legado sacro de su voz calladas

Y a asombrarse  en azules de los cielo

Y a distinguir los frutos   y las plantas

Y a bañarse en las aguas de los ríos

Y a elevar su plegaria a las montañas.

Fue plenamente niño,

Nunca volvió a crecer, tampoco quiso

Y según cuentan

Podría ser cualquiera de los seres

Que alguna vez te encuentras

Que te abruman con miles de preguntas

Y todas sin respuesta.