Rojas de sangre las vetas
Arcillosas de Castilla
Enmarcan el gris de asfalto
De la carretera línea.
Pinos verdes los oteros,
Cenicientas las encinas
Cubren valles, cubren cerros,
Que el río al pie vivifica.
Aquí y allá tejadillos
Rojos, avergonzados se humillan
A la poderosa torre,
Cautivadora y erguida.
Ojos tiene que ven lejos,
Voz de campana tañida,
Guía de fuego en la noche,
Brazo de abrazo en el día.
Que la elevaron los suyos,
Matrona, la bien parida,
Minúsculos de tamaño,
Raíz de la tierra viva.
Apretados al abrazo
De la torre compasiva,
Hormiguean mies dorada,
Serpentean flor de viña.
Castellanos resistentes,
Pedernales por comida,
Granito bajo las plantas,
Al pie de la Olma antigua.
Chopos crecen de tus aguas
De los ríos de Castilla,
Hilillos al sol estío,
Mares a la nube henchida.
Y el cierzo sopla trasmonte,
Barre calores y limpia,
Aventando paja y grano
Del granero de la villa.
Del rey a la misma mesa
Mano nudosa le obliga
El corazón en los labios,
Dignidad en la porfía.
El castellano de pro
Hondo sentir, honda vida,
Recio de cuerpo y de espíritu,
Es el alma de Castilla.