Las cinco. Pasó el verano
Sobre el azul neblinoso
Fuego de luz blanca al frente
Siete, hacia el cielo de dientes
La sierra, nexo paciente
Que tierra a cielos religa
Es “Bola del Mundo” erguida
Ubre que amamanta anhelos.
Y en este rincón del suelo
La naturaleza obliga
Al gozo simple de ser.
Pasó el verano
Entre el verde, los geranios
Revientan flores, latido
Del corazón colorido
Hormigueante el sentido
De ser tierra, árbol y dios
En uno y trino fundido.
Un soplo a penas pasado:
Treinta pasadas las cinco
Denso el aire gris de azules
Verdea el parque en ciudad.
Y sobre el verde
Farolas monjiles rezan,
Sisean su airoso talle
Y el pespunte de la calle
Enmarca de asfalto el gris.
Ciudad a las cinco y treinta
Ritmo artificial de marcha
Ritual de luces, colores
Rugir de negros motores
Rodar de ruedas sin fin.
Al acabar el verano
Ciudad y campiña soy
Puntual constato a las cinco
De un día cualquiera
¿Cabe con menor ahinco
Banalidad tan certera?.