Retrato

Retrato

El  retrato requiere necesariamente el referente o modelo natural. Tal como lo concebimos hoy en día obedece al planteamiento de la verosimilitud como condición sine qua non.

Las épocas en las que la imaginación predomina sobre la razón (medioevo, romanticismo etc.,), son épocas en las que los símbolos sustituyen a la voluntad de imitación. No obstante, nos son  conocidos desde época clásica, a partir de la cual nosotros consideramos la “ Historia del Arte”, períodos en los que el retrato verosímil, entramado o no de aportaciones simbólicas, se ofrece con toda claridad a nuestra comprensión actual. Así tenemos la escultura egipcia, la griega con retrato, pintura pompeyana, la pintura del Fayum,  con mayor o menor grado de idealización…

En todo caso el retrato está entramado inexorablemente con la idea de pervivencia, de prolongación de la vida (imagen equivale a reproducción más revitalización del retratado).

El deseo de colocar su imagen en el escudo de la escultura de Palas Atenea le vale a Fidias un proceso en el que peligra su propia vida.Desde siempre y por siempre el artista se ha asociado a su obra en multitud de ocasiones con retratos más o menos disimulados y /o caricaturizados.  A partir del s. XVI los he visto repetidas veces en las obras a modo de firma- divertimento, Velázquez por ejemplo; pero en los plegados de los paños o en rincones inverosímiles los tenemos en la Edad Media igualmente; no digamos Goya.  De modo que puedo decir que esta constatación se confirma sin solución de continuidad en todos aquellos casos en los que nos interesamos en ello, previa asumción de que lo  estamos buscando.

Aun más, en el “arte móvil” del que a penas hay constancia de interés arqueológico, razón por la cual no se ha explorado este aspecto, encuentro nombres, grafos y efigies desde la época pre y proto histórica hasta el momento en que la escultura y su reconocimiento se generaliza y en multitud de ocasiones, ya en el I milenio B.J.C aparecen nombres escritos, asociados a la representación de imagen.

Esto se produce sistemáticamente en los útiles de paz y de guerra, objetos sin duda mucho más importantes, tanto desde el punto de vista utilitario, como desde el punto de vista sacral o en conexión con fuerzas protectoras o poderes a evitar ( relaciones apotropaicas), mucho más importantes digo, que lo que sería importantísimo de suyo, por la utilización inmediata del objeto.

El retrato ha trascendido siempre la mera imagen del retratado y en todos los tiempos.

El retrato de personajes- símbolo para los pueblos, que se mantenían en el recuerdo y en la transmisión oral, han quedado con todas seguridad en efigie, en imagen, en piedra ( de ahí la adoración a las piedras) y seguramente en pintura; pero por ser un medio muy frágil es muy perecedero y no ha llegado en la misma profusión.

Es, insisto, la voluntad de pervivencia física, no sólo de la obra producto, ha sido y es constante entre los creadores.

Retratos son los profetas, los ángeles, las Vírgenes y diosas representados.  Son retratos de familiares, conocidos, amados o amigos de los artistas y así tipológicamente nos acercan a sus respectivas époccas, a sus preferencias formales en y desde su elección.

El retrato va ligado a la memoria y al recuerdo, al culto y al mito y muy especialmente al ritual conmemorativo y al retrato se le atribuyen propiedades del retratado y se le atribuye también la trascendencia del retratado desde la imagen duradera.

Verosimilitud o pretensión de  verosimilitud a través de la escritura o del símbolo en relación con los cánones culturales y con la “ Weltanschauung” de tiempo y lugar.

No podemos dejar de lado el proceso de separación del objeto respecto de la incidencia o influencia directa en el poseedor o el retratado en este caso.

Al perder paulatinamente la condición de sacral, se independiza, se banaliza, se convierte en gesto decorativo ya en nuestra época y de ahí a perder el interés colectivo no hay más que un paso, muy especialmente si se confunden los aspectos técnicos y tecnológicos en una utilidad pragmática inmediata; tal como ha pasado o se ha pretendido, prefiero pensar que por desconocimiento más que por voluntad de perversión misma .

El retrato es ante todo voluntad de pervivencia en la trascendencia y desde la trascendencia con que el individuo humano afecta su entorno en el que refleja su condición de tal.

Hay períodos, vg., el naturalismo del XIX, en los que se produce la fusión de modelo y objeto y la voluntad externa de representación mimética de los accidentes, comprometiendo la voluntad de trascendencia, que conlleva la opción de multiplicidad de enfoques  del objeto formulado y la pluralidad significativa del mismo.

El retrato  S. XV—Hacia el individuo

S. XVII—- La sociedad a través del individuo- Concepto de monarquía a través de la representación real.

Goya- Rompe la tradición : “ La ciencia y el médico curan al enfermo; no la intercesión divina”.  De “ Exvoto profeso” lo tilda Javier Pertús en el catálogo de la exposición del Prado, Noviembre 2004.

En el retrato del s. XIX de Esquivel” En el estudio “, hay una voluntad de representación del momento ( en relación con la fotografía, una “ instantánea”.

Goya vuelve la mirada hacia Velázquez, cuando Mengs lo había calificado de “ poco noble y no digno de imitar”, proponiendo en cambio a Poussin o Rafael.

Alfonso X define el retrato como si se tratase de la persona real y “debería respetarse como a tal”.

En el s. XIV la serie de retratos, precedente de los reyes del momento, así como de los obispos (frescos de la catedral de Toledo por Juan de Borgoña, desde Eugenio I, 96 d. J.C. hasta Cisneros  en 1509 o 1510.

A partir del s. XII evocación del individuo, si aparecía aquel, el retrato se hacía innecesario.

Desde el siglo XIII se hacen retratos de cera, constatados en funerales y también pinturas del individuo como continuidad de su poder.

Durante el s. XV entra el “ alter”. Los especialistas de retrato no abundaban. En España Dalmau “ Virgen de los Consellers”, 1488.

Felipe II en el Prado reúne 45 retratos.  Su colección revela el contacto con el gusto flamenco, los hay excelentes de Moro y Ticiano.

Velázquez cambiará radicalmente.